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ick había llegado a su habitación y después de pedir que subieran su
almuerzo se dejó caer en la cama, se aflojó la corbata y exhaló, sabía que su
tiempo se acababa y si no conseguía convencer a Minerva no tenía más opción que
regresar a Chicago con noticias negativas, la editorial no iba a proceder a
publicar sin los cambios del libro y sin la firma de su autora. Antes de
encender su portátil y revisar sus pendientes se quedó pensativo por un
momento, miró la lámpara del techo y comenzaba a preguntarse quien era el
prometido de Minerva, cómo era ese tal Leonardo ya que le extrañó no ver
fotografías de él ni de ellos juntos, quién era ese tal Abelardo al que Minerva
tuvo que mentirle intentando esconder sus nervios, quién era en realidad
Minerva y qué tan importante era para que unas simples fotografías pusieran su
trabajo pendiendo de un hilo. Pensar en ella comenzaba a hipnotizarlo, cerró
los ojos, respiró lentamente como si pudiera oler su perfume, su pecho se llenó
de aire y lo soltó lentamente, imaginó ese acercamiento que tanto deseaba, la
imaginó sintiendo sus brazos alrededor de él y él rodeándola por su cintura.
Rick se imaginó a Minerva encima de él sintiendo como ella hacía presión con la
rodilla entre sus testículos y obviamente su amigo comenzó a saludar de nuevo,
imaginó sentir su mano tocándolo y arrancarle jadeos, Rick deseaba sentir los
labios de Minerva besando los suyos a la vez que él posaba su mano en ese
trasero que deseaba apretar, deseaba meter su mano entre la falda y subir hasta
llegar a tocar ese panty que se deleitaba en imaginar. Deseaba que sus dedos
jugaran en esa intimidad, su imaginación lo estaba llevando más allá, era capaz
de sentir la lubricación y el efecto de la excitación en ella, podía escuchar
su voz pidiéndole más, gimiendo, jadeando, rogando que la hiciera suya, podía
sentir sus dedos introducidos en su vagina y el calor ardiente y palpitante de
ese sexo que esperaba con ansias ser penetrado. No podía negarlo, la deseaba y
mucho, se había cerrado a sí mismo y creyó haber superado el efecto de una
mujer en él, pero al conocer a Minerva se dio cuenta que no era así o al menos,
hacía mucho que no había deseado estar con una de una manera apasionada como
Minerva lo hacía desear. Imaginó verla gemir sintiendo sus dedos dentro de
ella, se imaginó liberar uno de esos pechos que deseaba apretar, succionar,
lamer, se imaginó ese pezón dentro de su boca y a Minerva exigiéndole más. La
imaginó girándola hacia el colchón, subirle la falda, quitarle el panty y beber
toda su excitación, ansiaba con locura besar, lamer y saborear esos labios
íntimos que debían de saber a gloria, imaginaba arrancarle esa blusa de botones
y liberar sus pechos para perderse en ellos, la imaginaba arquearse debajo de
él, imaginó penetrarla sin contemplaciones e impulsarse fuertemente para
hacerla gozar de sus embistes. La sensación que podía percibir era
deliciosamente placentera para él, la llenaba toda, era exquisita, se impulsó
más rápidamente hincándose y llevándose con él las caderas de Minerva que sujetó
con fuerza, disfrutaba mirarla abierta, dispuesta y gozando como él, se movía
con rapidez buscando el alivio de ambos, lo necesitaba, podía sentir plenamente
ese roce de su miembro que había conquistado y reclamado para sí la vagina de
Minerva, se sentía su dueño, la sentía suya, la deseaba toda, su sed no se
saciaba, quería más, la quería a ella. Se inclinó de nuevo sujetando las
muñecas de Minerva y tomando él todo el control, mordió sus pechos, besó sus
labios, metió su lengua hasta la garganta de la chica y sintió como ella ahogó
su gemido en su boca, imaginando a Minerva llegar al clímax y tensándose debajo
de él, hizo que también se liberara, sintió terminar dentro de ella, un
placentero orgasmo lo envolvió, sintió que llegaron juntos. El sonido del toque
de la puerta lo hizo volver a la realidad de golpe y abriendo los ojos,
desorientado, se levantó de la cama y se sintió extraño;
—¿Quién? —preguntó molesto antes de abrir, odiaba que
lo habían interrumpido.
—Servicio a la habitación para el señor Rick Brighton
—contestó la voz de otro hombre detrás de la puerta.
Rick abrió y el encargado entró con el carrito del
almuerzo, lo colocó junto a una mesa redonda de madera y procedió a preparar
todo para servir;
—No es necesario yo lo haré —le dijo Rick a la vez que
le daba la propina y le hacía la señal de salir.
Cuando se quedó solo, se reclinó en la puerta y exhaló
aliviado, negó con la cabeza y le lanzó una mirada a su amigo que había
eyaculado;
—“Es el
colmo, ya sólo me falta que yo también escriba un libro erótico, no sabía que
era tan bueno imaginando y teniendo fantasías” —se dijo resignado entrando de nuevo al baño para darse una ducha fría
y bajarse la excitación.
Acabo de leer y suena super interesante y bien hot, me gusta el nombre de Rick, una se imagina a un hombre guapo ^^ ¿El libro es desde el punto de vista de él? Me ha gustado la escena ^^
ResponderEliminarHola gracias por leer y me alegra que te gustara, no, el libro no escrito a través de los ojos de un hombre sino que está narrado en tercera persona, con puntos de vista de los demás personajes, gracias por preguntar, saludos!!!
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